El lenguaje universal de la música llena los vacíos más emocionales del silencio. Sin palabras, expresa todo lo que a veces ellas no pueden transmitir, se adentra en el alma, dejando siempre una huella imborrable en el corazón. Solo ella puede reunir y abrazar diferentes culturas en un mismo sentimiento. Es pura y mágica. Sensible y espiritual. Ya decía Aarón Copland, compositor estadounidense: Detener el flujo de la música sería como detener el tiempo en sí mismo increíble e inconcebible.