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Saturday, October 5, 2024
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Escritora Mexicana

El Parral de mis recuerdo

Partiendo del sentido individual, familiar y comunitario de pertenencia, nexo invisible que une a las generaciones con la tierra que les vio nacer o crecer, de esos hilos intangibles que se van tejiendo entre los habitantes y terruño de un contexto determinado, ya sea por las memorias compartidas, los diálogos ocasionales, archivos, fotografías, museos históricos, pero sobre todo, por las experiencias anidadas en el corazón, que van buscando un hueco en el pensamiento, y ahí subyacen, hasta que emergen cual fotografía que pasa por un proceso de revelado y la imagen empieza a cobrar vida; o en su defecto, cual si fueran flashazos de luz momentánea, permitiendo que la retina del ojo capte la esencia del momento, la arraigue en la conciencia, cual radiografía nítida que espera la visión del experto para emitir diagnósticos y otorgar significados.

CorazoNadas de Ana Clavel

CorazoNadas es un libro de minificciones en el que el protagonista es aquel órgano latente que tenemos en el pecho. El que se parte en dos ante la tristeza o la desilusión; el que brinca emocionado con una buena noticia; el que ha sido inspiración de tantas frases, poemas y libros. CorazoNadas habla por supuesto, del corazón. Escribir microrrelatos resulta ser un arte difícil pues no todos tienen la capacidad de, en algo tan breve, poder contar una historia, no todas las minificciones son, en palabras del poeta y dramaturgo francés, Jean Cocteau, “miniaturas gigantes”. La dificultad de escribir historias tan cortas reside en poder cautivar al lector con tan solo un par de palabras y hacerlo sentir algo. CorazoNadas lo logra.

La casa de mamá

Independencia No. cuarenta y nueve, “familia Olivas"; reza el letrero que está posado sobre la pared de enfrente de la casa. Solamente figura un apellido, porque mamá tuvo tres esposos, naciendo dos hijos de cada uno, por lo que decidió poner el apelativo en común. El segundo marido, fue quien compró el terreno donde esta se erige, producto del dinero que ganó cuando emigró a Estados Unidos como brasero, regresando al pueblo en 1957, solo para morir.

El cielo cae a voces

Melisa Nungaray nos invita a acompañarla en su viaje por un cosmos de simbolismos en el que la naturaleza resulta ser su protagonista y el lenguaje el vehículo para expresarse. Nos hallamos ante un poemario que desde la primera página se muestra íntegro, libre y cautivador.

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